miércoles, 30 de mayo de 2012

CRIMENES ENCADENADOS III

    El alivio que sintió el comisario cuando vio llegar a los responsables de homicidios no lo comentó con nadie en voz alta, pero sus hombros y su pecho se relajó notablemente. Su intención era colaborar en todo aquello que pudiera, pero creía firmemente que era un caso que debían analizar expertos para saber claramente lo ocurrido.
 
     Después de las pertinentes presentaciones y del resumen de los hechos conforme a como el jefe de policía los conocía, el grupo de homicidios comenzó un minucioso análisis del cuerpo de la joven, de los alrededores y hablaron con el hombre que había descubierto el cadáver, quien parecía encontrarse todavía en shook mental.

    Presto vio desde el otro lado del camino como se procedía a trabajar en un caso como aquel. En todos los años que llevaba como responsable de la seguridad de la ciudad de Abilius nunca pensó encontrarse con algo así. Un lugar tranquilo, en el que la mayoría de los convecinos se conocía de toda la vida, no podía albergar un crimen, y mucho menos de estas características. No sabía qué pensar, pero estaba temiendo la reacción de los medios de comunicación cuando se enterasen de esta muerte y de lo que eso supondría para la ciudad.

    A primera hora de la tarde llegó el forense y se procedió al levantamiento del cadáver. Al día siguiente le sería realizada la autopsia en el Centro Médico más cercano. El comisario se dirigió al jefe de homicidios y le comentó que usasen la comisaría como centro de trabajo y que él personalmente le presentaría a los habitantes de la ciudad, porque tal vez alguien hubiese visto algo. Homicidios trabajaba de forma diferente a Presto y sus agentes; cada acción que realizaban llevaba implícito el lema de "contra reloj", trataban de no dejar nada al azar. Habían hecho grupos de tres personas, que llamaban a hospitales, a refugios de indigentes, a comisarías de otras localidades, a taxistas, y otros colectivos con el fin de ver si alguien sabía de la desaparición de una mujer joven a la que le gustara hacer deporte.

  Por la noche, cansados de un trabajo infructuoso y sin respuestas decidieron cenar y descansar unas horas. El comisario Presto lo había arreglado todo para que el Hostal "Refugio", dirigido por la encantadora
Encarnación González, les acogiera como en su propia casa. Encarnación era una pequeña mujer regordeta y alegre; emigrante en la Argentina en donde se había casado, pero tras la muerte por un infarto de su esposo había vendido sus propiedades en Buenos Años y con el dinero que había recaudado se dedicó a reformar su antigua casa familiar. Como era demasiado grande se le ocurrió la idea de crear el negocio que regentaba en la actualidad con la ayuda de una sobrina que también era su ahijada y que le hacía no sentir soledad.

    Cuando los policías llegaron al Hostal los recibió Encarnación en persona, les enseñó las habitaciones y les dijo que bajasen a cenar, ya que sino su cocinera, era su prima carnal, se enfadaría mucho. Antes de irse, el comisario Presto le indicó que si había alguna novedad le llamase inmediatamente y que cerrase todas las puertas y las ventanas de la casa bien.

viernes, 4 de mayo de 2012

CRIMENES ENCADENADOS II

    El jefe de policía no había visto nada igual en sus muchos años trabajando al frente de la Comisaría de la ciudad de Abilius. Cuando sonó su teléfono particular al amanecer supo que algo grave había ocurrido, pero nunca pensó encontrarse con algo tan horrendo en el lugar del suceso. Había un cadáver de mujer joven mutilado y con numerosos mordiscos en distintas partes de su frío cuerpo. El parque de Llaranes no  podía ser objeto de un crimen tan macabro. Una ciudad tranquila y apacible, vería enturbiada rápidamente su rutina cuando sus habitantes se enterasen de lo que había ocurrido. ¡...Y todo sería cuestión de tiempo!.

    Los agentes de policía intentaban mantener el escenario del crimen lo más intacto posible hasta que llegasen los policías de homicidios que había tenido que llamar a otra ciudad, ya que en Abilius la Comisaría carecía del personal convenientemente preparado. El Jefe miró nuevamente el reloj y le parecía que tardaban mucho en llegar. Se encontraba sólo ante un hecho muy grave y totalmente nuevo para él y tenía miedo que los medios de comunicación se enterasen del asesinato antes de que llegaran los refuerzos que esperaba. Menos mal que el cuerpo se encontraba semiescondido entre la maleza cercana a unas frondosas y que el hombre que lo había descubierto estaba sentado allí mismo sin moverse y con la vista vacía. "Ví una zapatilla de deporte entre las ramas y mi perro se acercó. Moví las ramas y ví un cadáver de mujer", fue lo único que dijo desde hacía más de dos horas.

  Para ayudarse a pasar el tiempo, Juan Presto, el jefe, que se impacientaba por momentos, volvió ha dirigir sus pasos hacia el cadáver y se quedó mirándolo fijamente. No sabía si era porque no había tomado su taza de café negro diaria de la mañana y sus sentidos todavía estaban adormecidos, o en aquel cadáver había algo raro, pero no sabía que era. Se decidió a llamar a un fotógrafo de su confianza, para que sacara todas las fotos que pudiera de aquella escena que tan extraña le resultaba.

    El fotógrafo no tardó mucho en llegar e hizo lo que el comisario Presto le pidió. Cuando terminó su trabajo tuvo que jurarle que aquellas fotos reveladas sólo se las daría a él y que no comentaría con nadie en la ciudad lo que allí había visto. Sólo después de este requisito le dejó marchar para hacer su trabajo.
¡Qué narices! ¿Qué más puede hacer un comisario de una pequeña ciudad que esperar a que vengan los policías que estaban acostumbrados a trabajar con la muerte? Se sentó junto a la persona que descubrió a la mujer muerta y a su perro y allí esperó dos horas más al personal de homicidios.

jueves, 12 de abril de 2012

CRIMENES ENCADENADOS

    Esta noche se había levantado un poco de viento, lo que hacía que las frondosas entre las que se hallaba escondido se moviesen más de lo habitual. De pronto, miró al cielo y vio la luna llena. Era su día, tenía que serlo. Pero su inteligente instinto le indicaba que no bajase la guardia. Pasaban las horas, y todo estaba tranquilo. No había captura a la vista, por lo que comenzó a ponerse nervioso. No sabía por qué la noche estaba demasiado obscura para haber luna llena y demasiado calmo todo a su alrededor. 
    De repente, muy lejos creyó oir la suave voz de una mujer. Se semiirguió para captar mejor los sonidos y ver si podía sentir de donde procedía el olor. Ahora todo sería cuestión de esperar. Los pelos de su cuerpo se erizaron y sus ojos no dejaban de mirar para el camino de tierra que cruzaba el parque. Su paciencia tuvo su recompensa. A lo lejos vio una joven que venía andando despacio, como si no tuviera prisa por llegar al lugar al que se dirigía. Desde su escondite sentía como tarareaba una dulce melodía. Tropezó con una piedra y le costó mantener el equilibrio. Cuando lo consiguió ya le fue tarde, la bestia había saltado sobre ella sin ningún preaviso. 
  


    No tenían noticias de la mujer desde hacía días. Era frecuente que, desde que se independizara, no fuese por casa de sus padres salvo que necesitase dinero o tuviera hambre de buena comida. Aquel día por la mañana su madre tuvo un pálpito de que algo podría ir mal, pero no sabía a qué era debido. No creía en las intuiciones, ni era supersticiosa, pero su corazón latía más fuerte de lo normal. Estaba inquieta y sin buenas sensaciones. Decidió salir a correr para ver si le pasaba aquella angustia que no sabía a qué atribuir y conseguía relajarse y pasar una buena tarde. Su esposo llegaría cayendo la noche después de un largo viaje de negocios y no quería preocuparlo. Además, tampoco tenía muy claro explicarle lo qué pasaba ni a qué obedecía encontrarse tan nerviosaEl olor . Cogió sus cascos y al ritmo de su música preferida salió a correr. Un escalofrío recorrió su espalda al comenzar la ruta, pero decidió continuar. Pensó que últimamente, desde que la habían despedido de su trabajo se encontraba bastante ansiosa y, se prometió, que a partir del día siguiente empezaría a buscar un nuevo empleo. Era una secretaria competente y sabía que, aunque las cosas estaban difíciles, podría encontrarlo. Conforme comenzó a correr se relajó y se olvido de la sensación matutina. 

lunes, 12 de marzo de 2012

LA BODA

                                           1955
    Me llamo Ursula, como mi madre, mi abuela y demás mujeres de la familia. Tengo ocho hermanos varones y mis padres pensaban que ya no tendrían una niña a la que bautizar con el nombre de Ursula, pero, quizás, demasiado tarde y sin contar conmigo, y sin contar conmigo llegué yo. Y claro como no podía ser de otra manera me impusieron bautismalmente el nombre de mi madre. El día de mi bautismo se celebró en la nueva casa en la que íbamos a vivir a partir de entonces. Ocho hijos, el matrimonio y los cuatro abuelos todos juntos en el piso en el que vivieron hasta entonces hacía difícil la convivencia. A mi padre comenzaron a irle mejor los negocios y entonces cuando supieron que mamá estaba embarazada decidieron buscar una casa para comprarla, aunque mi abuela Ursula decía que era mucho dinero el que costaba, que nos llegaría un piso mayor. Pero mis padres no quisieron oir hablar del tema y buscaron una casa enorme, en uno de los mejores barrios de la ciudad. En la celebración posterior a mi bautizo mi padre no dejaba de decir que "esta niña acababa de traer prosperidad a la familia". A la fiesta acudieron amigos de mis padres, de mis abuelos y, sobre todo, de mis hermanos, que al cambiar de barrio habían cambiado también de colegio y mis padres querían que todos sus amigos estuvieran presentes en la ceremonia. Hubo comida para todos, pero abuela Ursula siguió protestando porque decía que con la que sobró se podía mantener a "un régimiento durante una temporada".
    Mis padres eran felices, mi madre se ocupaba de la casa y los hijos junto con las abuelas, y mi padre tenía una empresa de reparación de automóviles, en la que le ayudaban los abuelos. La verdad es que en los últimos años el negocio había crecido mucho, mi padre lo había ampliado ya dos veces, y se veía prosperidad, por eso compró la casa para invertir de forma que su familia pudiera vivir en condiciones mejores y con mayor amplitud.
    Abuela Ursula siempre estaba protestando, le parecía que la casa era demasiado ostentosa para personas humildes como ellos y decía que "el progreso igual que llega puede irse". Discutía mucho con mi padre, que pensaba todo lo contrario, que "para crecer económicamente había que integrarse en los colectivos y fuerzas vivas de la ciudad, pertenecer al Casino, vestir a la moda (a mi madre esto le encantaba) y salir mucho por las noches "para relacionarse con los clientes"decía mi progenitor.
    Creo que mi llegada al mundo los cambió a todos, no sé si para mejor o para peor. Pero lo que sí sé que nací con unas espectativas por parte de mis padres que nunca llegué a cumplir. Y eso me convirtió en una mujer del todo imperfecta.

miércoles, 8 de febrero de 2012

TROPEZONES

¡Las llanuras son hermosas!. Cada montaña que encontramos en el camino y debemos subir supone un duro escollo en nuestra vida. Lo importante es superar cada dificultad en el momento en el que se presenta y apreciar más la meseta cuando la volvemos a descubrir.

EL LLANTO ES BUENO

El llanto denota tristeza, felicidad, agradecimiento,...multitud de estados de ánimo que a veces ni nosotr@s mismos controlamos. No nos avergoncemos de llorar. Pero con cada sonrisa que le regalemos a los demás quizá recojamos una siembra de frutos maravillosos. No te olvides nunca de sonreir.

ESPERANZA

La esperanza es siempre el optimismo en estado de espera.